Cuando mencionamos a Moacir Barbosa en el contexto del fútbol, inmediatamente la mente de muchos salta al evento conocido como el «Maracanazo». Sin embargo, Barbosa, el primer portero negro de la selección brasileña, fue un portero de gran talento y merece ser recordado por mucho más que esa trágica tarde.
La escena ocurrió el 16 de julio de 1950. El recién inaugurado Estadio Maracaná reunió a 200.000 fanáticos, una cifra récord en la historia del fútbol para una final de Copa del Mundo entre Brasil y Uruguay. Partido que Uruguay ganaría 2 por 1, con un tiro cruzado de Guigui que Barbosa no pudo detener y que él aseguraba que lo había logrado. Ese silencio ensordecedor en el Maracaná marcaría el inicio del estigma que Barbosa llevaría consigo por el resto de su vida.
El propio Barbosa dijo una vez: «La pena máxima de prisión aquí en Brasil es de 30 años. Ya hace 47 años que se pasó y ellos ya están cobrando. Yo creo que los 30 años ya lo pagué». Esas palabras reflejan la dura realidad que enfrentó durante años. A pesar de haber contribuido a darle cinco títulos de río y un título de sudamericana al Vasco da Gama, su contribución al fútbol fue ensombrecida por ese fatídico partido.
En 1993, durante las eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos, Barbosa intentó visitar a los jugadores de la selección brasileña para brindarles aliento. Sin embargo, fue rechazado en la entrada. Una muestra más del ostracismo al que fue sometido.
Barbosa falleció el 8 de abril del año 2000. A pesar de su importancia en el mundo del fútbol brasileño, su velorio fue modesto, asistido por unas 30 personas. El club en el que debutó, Iparinga, cubrió su ataúd, y poco antes de ser llevado al cementerio, el Vasco da Gama, equipo donde vivió sus mejores años, rindió su último homenaje con una bandera.
Barbosa murió dos veces: primero en 1950, después de esa infausta final; y luego físicamente en 2000. Sin embargo, su historia y legado deberían servir de reflexión sobre cómo tratamos a nuestros héroes y cómo un solo evento puede eclipsar una vida de logros.