En el corazón de un bullicioso centro comercial de Moscú, una visión rosada desafía discretamente las sanciones de Occidente. Aunque oficialmente Barbie no tiene presencia en Rusia debido a las tensiones políticas actuales, su esencia brilla en un escenario improvisado, atrayendo multitudes al Multiplex cercano. A pesar de la decisión de Hollywood de no estrenar películas en Rusia tras la invasión a Ucrania, las versiones no autorizadas de la película de Barbie se han abierto camino, dobladas al ruso y disfrutadas por muchos.
Los cinéfilos rusos, en un intento de eludir las restricciones, han sido astutos. Los boletos se venden bajo la pretensión de proyecciones de cortometrajes rusos, con la película de Barbie mostrada como un «avance». La popularidad de la película, a pesar de las circunstancias, habla de un anhelo de entretenimiento cultural y de la resistencia a la imposición de límites a la elección del público.
El gobierno ruso, sin embargo, no ve con buenos ojos esta infiltración cultural. Según el ministerio de cultura, la película no se alinea con «los objetivos y metas establecidos por nuestro presidente para preservar y fortalecer los valores morales y espirituales tradicionales rusos». Pero, ¿es esta solo una reacción a la película o refleja un sentimiento más amplio? La parlamentaria Maria Butina, por ejemplo, tiene una objeción tanto a la muñeca como a la película, alegando preocupaciones sobre la imagen corporal y la licencia de la película.

Mientras tanto, las voces de la gente común en Moscú reflejan sentimientos diversos. Algunos, como Karina y Ayona, celebran la diversidad cultural y abogan por la libertad de elección. Otros, sin embargo, como Andrei y Ekaterina, sienten que es un momento para fortalecer la moral y los valores rusos, utilizando el cine como herramienta.
La situación es diferente en lugares como Shchekino, a 225 km de Moscú. Aquí, el sentimiento patriótico prevalece, con conciertos que enfatizan el patriotismo y la invencibilidad rusa. El fervor patriótico se siente fuertemente, con la guerra y los valores rusos en el centro de atención.
A medida que Rusia sigue enfrentando sanciones y desafíos en la escena internacional, las opiniones sobre películas como Barbie y lo que representan en el contexto más amplio de la cultura y la política serán, sin duda, un barómetro del sentimiento público. Por ahora, mientras algunos rusos se deleitan con la luminosidad rosada de Barbie, otros están firmemente detrás de la bandera de su país, resistiendo la influencia occidental.
Fuente: BBC