Los alimentos ultraprocesados, desde los cereales para el desayuno hasta las pizzas congeladas, están omnipresentes en nuestros supermercados y dietas. Estas comidas son convenientes, sabrosas y, en muchos casos, más asequibles. Sin embargo, estudios recientes han vinculado su consumo con un mayor riesgo de enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la depresión. A pesar de estas preocupaciones, aún hay debate sobre si se debe culpar completamente a estos alimentos y cómo deberíamos responder como sociedad.

¿Qué son los alimentos ultraprocesados?

Para comprender el debate, primero debemos definir qué son los alimentos ultraprocesados. Aunque la preparación de alimentos implica procesos como la cocción y fermentación, los alimentos ultraprocesados se caracterizan por técnicas industriales adicionales y la adición de emulsionantes, espesantes, sabores y otros aditivos no comunes en la cocina casera. Estos ingredientes y técnicas adicionales dan a los alimentos ultraprocesados una palatabilidad y textura que muchos encuentran atractivas.

Evidencia contra alimentos ultraprocesados

La mayoría de las pruebas de los daños de estos alimentos provienen de estudios observacionales. Estos estudios han demostrado que las personas que consumen más alimentos ultraprocesados tienen una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades. Aunque no pueden probar la causalidad directa, la consistencia en la investigación global es notable.

Pero, ¿qué hace que estos alimentos sean perjudiciales? Las respuestas varían, desde la densidad energética hasta la «hiperpalatabilidad» (una combinación irresistible de grasa, azúcar y sal). Además, la rápida digestibilidad de estos alimentos y su capacidad para activar nuestros circuitos de recompensa cerebral los hacen especialmente difíciles de resistir.

Más allá de la nutrición: la textura y la velocidad de consumo

Un aspecto interesante en la investigación es cómo la textura de los alimentos ultraprocesados influye en nuestro comportamiento alimenticio. Estos alimentos suelen ser más suaves y fáciles de comer rápidamente. La investigación sugiere que las comidas de textura dura nos hacen comer más lentamente, lo que podría influir en la cantidad total de alimentos que consumimos.

El debate: ¿Regular o reformular?

Ante esta creciente evidencia, surgen dos enfoques predominantes: regular estos alimentos o alentar a las empresas a reformularlos.

Algunos países, como Chile, han adoptado medidas reguladoras, como etiquetas de advertencia en alimentos y bebidas azucaradas y restricciones en la publicidad. Estas medidas han tenido un impacto positivo en las elecciones de los consumidores.

Por otro lado, hay argumentos a favor de trabajar con la industria alimentaria para reformular estos productos, aprovechando la tecnología de procesamiento para crear opciones más saludables sin sacrificar la conveniencia.

El debate sobre los alimentos ultraprocesados es complejo. A medida que la ciencia sigue desentrañando sus efectos en nuestra salud, es crucial que tanto los reguladores como la industria alimentaria tomen medidas para garantizar opciones más saludables para los consumidores. Mientras tanto, como consumidores, es esencial estar informados y hacer elecciones conscientes sobre lo que ponemos en nuestros platos.

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