El conflicto entre Israel y Hamas se ha intensificado tras el ataque de este último el pasado 7 de octubre. Las imágenes satelitales actuales comparadas con las de hace cuatro semanas muestran el impacto catastrófico de los bombardeos israelíes sobre Gaza. Según informes del Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas, la guerra ha dejado más de 9,400 muertos, incluidos 3,900 niños, y unos 2,000 desaparecidos, muchos presumiblemente bajo los escombros.

La infraestructura de Gaza ha sufrido enormemente, con reportes de destrucción o daños en mezquitas, iglesias, panaderías, campamentos de refugiados y zonas residenciales. Casi la mitad de las unidades habitacionales en la enclave sitiada, hogar de más de 2.2 millones de personas, han sido destruidas o dañadas parcialmente.
Israel defiende sus acciones argumentando que solo apuntan a los militantes de Hamas y su infraestructura. No obstante, zonas civiles densamente pobladas, como el campo de refugiados de Jabalia, han sido golpeadas reiteradamente. A pesar de las afirmaciones de Israel sobre la eliminación de comandantes de Hamas en estos ataques, la cantidad de víctimas civiles ha sido significativa, y la ONU ha expresado preocupaciones sobre posibles crímenes de guerra.
El derecho internacional humanitario prohíbe ataques contra objetivos militares legítimos si se espera que causen bajas civiles o daños a bienes civiles que sean «excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa anticipada». A pesar de esto, se reportó un ataque israelí a una caravana de ambulancias, resultando en más muertes.

Los oficiales israelíes describen las bajas civiles como «la tragedia de la guerra» y mantienen que su respuesta es necesaria para contrarrestar a Hamas. Sin embargo, la presión internacional está creciendo, con llamados a la protección de civiles y al alivio de la crisis humanitaria que se agrava día con día. La administración de Biden, aunque apoya a Israel en la guerra, ha incrementado sus peticiones para que el ejército israelí se adhiera a las reglas de guerra. Además, se intensifican las voces que exigen un alto al fuego completo, algo que Israel y EE.UU. han descartado hasta ahora.

Este panorama sombrío en Gaza nos obliga a reflexionar sobre el costo humano de los conflictos y la urgencia de encontrar caminos hacia la paz y la reconciliación.